La ciencia a la razón, el resto al corazón

La ciencia explica porqué un globo puede inflarse, crecer su tamaño 20 o 30 veces hasta un límite en el que rompe la barrera de resistencia y se revienta. Explica porqué algunos flotan en ese gas llamado aire, rebotan por el movimiento de las moléculas internas-externas, vuelan porque son menos densos y no regresan. Explica porqué se desinflan, porqué reflejan la luz de una forma o no la reflejan de otra… Explica.

Sin embargo, la ciencia no debe explicar porqué un globo puede convertir a un niño que lo quiere y no lo tiene en un tremendo berrinche; no debe explicar cómo en un minuto puede ser feliz por llevarlo atado a su muñeca con un hilo y, segundos después, en un desdichado porque éste se revienta o vuela libre. Y olvidarlo todo con una paleta… o no.

Y aunque pueda, aunque quiera, no debe: la felicidad como la tristeza se pierden cuando se explican. Dejen la ciencia para su razón, el resto déjenlo a nuestro corazón.

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