Caminaba el sabio OOZZ por el mundo. Un paso a la vez, como todo buen sabio. Encontró un grupo de fotógrafos que creían capturar con sus cámaras las cosas bellas de su viaje. Se acercó a ellos y se hizo el silencio. Entonces dijo:
Y le dije al fotógrafo que me había imprimido en esa placa tan dura de la vida, que lo había hecho tan bien, que casi parecía de verdad. Y le pedí por favor que lo volviera a imprimir, pero mal, de modo que pareciera mentira.
Observó al grupo de turistas fotografiantes. Seguían en silencio. Las palabras se revelaban. Entonces, siguió por su camino, un paso a la vez.